Ser lo bastante fuerte como para mostrar debilidad

Dice el refrán que las apariencias engañan. Mostrarnos fuertes frente a los demás y de cara al mundo suele ser un mecanismo de defensa que nace de nuestro “yo” más primitivo, la imagen de peñón de Gibraltar emocional resguarda y protege la vergüenza que  oculta el permitirnos sentir dolor, incompetencia, inseguridad o tristeza en un momento determinado.

La vulnerabilidad no está bien vista en nuestra sociedad, por mucho que aprendamos nuevas maneras de contemplar y observar-nos se sigue etiquetando a las personas vulnerables como “personas débiles”. Y lo peor de todo es que lo seguimos haciendo con nosotros mismos.

Llegará el día en que se tome conciencia de que ser vulnerable, frágil y tocable no tiene nada que ver con el concepto de debilidad y mucho menos es el antónimo de lo que llamamos fortaleza. Estoy segura de que si la RAE dijese que fragilidad significa estar despierto a la experiencia del ahora sin necesidad de “meter otro esto” u “otro aquello” en el momento presente, haríamos palmas con las orejas por ser llamados frágiles ¿ No?...

Todos tenemos una vida emocional y  desconectarnos de ella y de su significado puede llevarnos a correr un peligro mayor que el que se pretende evitar al ponernos la coraza de “ personas fuertes”.

Puede que alguno piense que estar presente cuando se siente dolor o tristeza es complicado o incluso duro y que es preferible cambiar de aires, modificar el pensamiento y hacer lo que haga falta en tal de no sentir lo que se está sintiendo. Bueno!, si alguno de los que me está leyendo en este momento  cree eso…solo decir que tienes razón, no seré yo la que intente hacerte cambiar de idea.

Sin embargo, te invito a que por una vez hagas de forma diferente lo que ya resulta en ti un hábito.  Prueba a reconocer ( ser consciente) de qué modo te enfrentas a los obstáculos que te surgen. ¿cuanta dureza o resistencia empleas en ello?. Intenta verte en el impulso de encerrarte en ti mismo en vez de abrirte a lo que sucede. Observa-te 

Cuando nos permitimos sentir lo que sea que estamos sintiendo, sin prestar atención ni juzgar las etiquetas que llegan a nuestra mente sobre si estamos siendo ridículos por querer llorar o poco competentes por no tener todo bajo control o vulnerables por el dolor que ha podido causarnos una pérdida, entonces es cuando emerge la fuerza más profunda, esa fuerza que se busca con tanto ahínco por el camino de la resistencia a observar desde dentro lo que está sucediendo y permanecer en la experiencia en sí misma sin etiquetas.

Si queremos aspirar a una mayor comprensión de nosotros mismos, si deseamos sentirnos plenos, libres y más auténticos deberíamos empezar por abandonar esa serie de etiquetas basadas en realidades pasadas y que solo nos sirven para obstaculizar el camino de la serenidad interior del aquí y ahora.

No importa lo que fuiste, dijiste o hiciste, hoy tienes la oportunidad de modificar-lo para tu mayor beneficio. Aunque también puedes dejar que tu vida sea como la etiqueta de un refrán…


Gracias por leerme.

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