¡Lo confieso!  Yo también pertenecía al club “Quiero que le nazca”, basado en el…

“Quisiera que sea”…
·         “Más Detallista”
·         “Romántico/a”
·         “Cariñoso/a”
·         “Caballeroso”
·          “Atento/a”
·          “Etc.”
Seguido de… “pero solo si le nace espontáneamente, porque si se lo tengo que pedir…ya no tiene gracia”.

Compleja situación, ya que entonces, nos metemos en el bucle de querer algo que no podemos obtener a menos que lo solicitemos, aunque si lo solicitamos y lo obtenemos ya no será satisfactorio

“El problema no reside en;  querer que el otro tenga la conducta deseada, sino en querer que quiera hacerla ”.

¡Menudo lio!, me explico mejor con un ejemplo que me planteó una coachee:

Ana ( nombre ficticio) quería que su pareja la ayudara más en las tareas del hogar, consideraba que él debía ser más atento con ella y reconocer espontáneamente todo el esfuerzo que ésta realizaba. 

Como él no daba señales de querer cooperar, Ana puso en marcha varias estrategias:

·         Le enviaba indirectas de lo  que sería tener apoyo en las tareas del hogar.
·         Ponía cara triste :( cuando tenía que organizar la compra.
·         Le recriminada lo poco que él hacia para cooperar en la casa.
·         Se quejaba de todo el trabajo que tenía.
·         Se enfadaba.

Ana no entendía como Juan podía ser tan desconsiderado y no darse cuenta de sus indirectas y necesidades, esto la enfadaba y hacia que cada vez se sintiera más incomoda con su relación. Juan, por su parte, no entendía el comportamiento de su pareja, la consideraba voluble y algo histérica y prefería alejarse cuando ella estaba “de mal humor” o “estresada”.

Poco a poco se habían ido distanciando, Juan evitaba a su pareja y  ésta se sentía cada vez más incomprendida y con menos tiempo para sus cosas.

Cuándo le pregunté a Ana si había intentado decirle a Juan directamente "lo que necesitaba", ella me respondió: “No, debería salir de él, debería darse cuenta y saberlo”, “después de tantos años juntos cómo no va a darse cuenta que necesito una mano”.

Hace poco leí el siguiente fragmento en una web y pese a ser ficción, no pude evitar sonreír al recordar que es una escena típica para miles de parejas y en particular para la vida de Ana y Juan.

El: ¿Qué te pasa?
Ella: Nada.
El: Sí. Algo te pasa. ¿Qué es?
Ella: No me pasa nada.
El: ¿Qué te pasa?
Ella: Nada.
El: ¿Qué te pasa?
Ella: Nada.
El: Y esa cara?
Ella: Nada.
El: ¿Qué te pasa?
Ella: Nada.
El: Pues, dime ¿qué te pasa?
Ella: Tú deberías saberlo.
El: Ah, entonces si te pasa algo.
Ella: No, no me pasa nada.
El: ¿Qué te pasa?
Ella: Nada.
El: ¿Qué te pasa?
Ella: No importa.
El: ¿Qué?

…Tras tres minutos de silencio…

Ella: Nada.
El: Bueeno.
Ella: Lo ves! No te importo!

Cuando las personas no actúan de "motus propio" puede ser por varios motivos, sólo pongo estos tres por no alargar más.

1.  No quiere hacerlo, así de claro.
2.  Porque no se ha dado cuenta de que debía  actuar.( despiste)
3. Tu pareja tiene otra prioridad en ese momento.

Reflexión y Sugerencia profesional: Si no somos directos con nuestras peticiones, de qué forma los otros se van a enterar de lo que necesitamos de ellos.  Lo mejor que se puede hacer es comunicarte de manera precisa, tranquila y directa. Hacerlo en el momento correcto no garantiza que el otro responda a tu petición, pero al menos evitarás que el resentimiento  cambie tu estado de ánimo y el reproche se convierta en tu lenguaje habitual. Recuerda que si acumulas insatisfacción, esta creará un túnel de incomunicación, del que resulta muy complicado salir.



 Ten presente:   Solo hay una manera de decir las cosas: diciéndolas”.


Comentarios

Entradas populares de este blog

¿ Nos hacemos un DAFO?

Los 3 estados mentales ante un conflicto.

Más allá de la adaptación