Presencia en la propia vida.



                Poder observar el amanecer o la puesta de Sol a fin de sentirnos conectados  a algo más grande que nuestra humana y empobrecida visión   del mundo que nos rodea, nos ayudaría a re-calibrar esos sufrimientos cotidianos que en ocasiones transforman  el bello arte de ser uno mismo desde la calma, en el viaje del héroe  que no puede desprenderse de  la armadura oxidada porque  ya forma parte de su  piel.



Sin duda, estar frente a algo eterno, que nos ha precedido y que nos sobrevivirá  ayuda a nuestro inconsciente  a recordarnos que nosotros los humanos, también formamos parte de ese "grandioso todo".


El consuelo del instante presente.

En general, tenemos la sensación y la creencia de que las experiencias del "Despertar" son aperturas y despegues hacia un territorio concreto y certero que nos borrará de un plumazo las desdichas del alma, convirtiendo la realidad absurda en otra más abundante y prospera,. Y no es que no sea así, sin embargo comprender que despertar lleva implícito  Aterrizar o darse cuenta.

Cuándo  me doy cuenta, no estoy obligado a cambiar nada, ya que darse cuenta es de por sí el verdadero milagro.  

La capacidad de mantener nuestro espíritu consciente a todo lo que nos rodea y no únicamente a lo que nos preocupa o duele es lo que se llama consciencia plena, hacer para no sentir la incomodidad que siento y no me agrada es volver a buscar la pastilla del sueño. 

Si en esta existencia terrenal todo se considera formación y aprendizaje, ¿por qué no formamos a nuestra mente para que aprenda mejor? Fácil pregunta de compleja respuesta, ¿verdad?

Desde mi punto de vista profesional he llegado a una serie de "sentires" que me han  ayudado a ayudar mejor a otras personas que solicitan mis servicios como formadora de mindfulness y gestalista.    

Cuando comparto el aprendizaje de la meditación, intento que el otro capte la idea de que meditar es mucho más que lo obvio y bastante menos que una herramienta mágica quita males. El objetivo de la meditación es modificar la relación que tenemos con la cotidianidad, evitando en la medida de lo posible juzgar de buena o mala esa realidad presente y por supuesto aterrizar en el sentir corporal que provoca el pensamiento que mi mente dice sobre el suceso.

Cuando se deja de buscar,  la respuesta correcta llega para ti. 

Catalogar a la prisa y la inmediatez de progreso evolutivo, nos está convirtiendo en seres ansiosos, hambrientos de no sabemos muy bien qué, siempre que sea distinto. Darnos cuenta de que ese llamado progreso social no va al mismo ritmo que nuestra capacidad de integrar-lo, es sumamente liberador, o ¿crees tú que tener el cuerpo en un lugar, la cabeza en otro y el corazón vete a saber es una buena opción para sentirse bien con uno mismo?     

Hablemos del tiempo, sí, esa unidad de medida creada por el hombre para hacernos bailar con música de tic-tac,tic-tac

AYER, HOY, MAÑANA, AHORA, LUEGO, MÁS TARDE, LENTO, RÁPIDO, PRODUCTIVO, PÉRDIDA, VALOR, VIDA, RITMO, EXPECTATIVAS, SILENCIO, OPORTUNIDAD ...y así unas cuantas acepciones más que llevamos impresas en la mente y que dirigen nuestro estado de ánimo y nuestra respuesta frente a lo que ocurre.

¿Cuántas veces te has atrevido a desobedecer tus órdenes inconscientes?. El tiempo, es un director de orquesta que obliga a mirar los mail a diario, a contestar los whas en 0,2, a no perder el tiempo, a vivir el día a día como si no hubiese un mañana, ¿Cuántas veces te has descubierto a ti mismo mirando una serie de televisión al mismo tiempo que cotilleas en instagram?. Identifica lo importante de lo urgente.

Meditar respecto al tiempo, es darse cuenta de la presencia personal en los gestos cotidianos aparentemente sin importancia. Prueba a  DETENER-TE en plena acción y observa lo que sucede en ti, ¿cúal es el sentir de tu cuerpo? ¿qué te dicen tus pensamientos?

Atención plena es, practicar curas de lentitud, caminar despacio por la calle, detenerse y contemplar nuestro alrededor, aceptar que no siempre hay que ir a alguna parte, aceptar que solo estás ahí.    

Pregunta-te si  tienes ganas,  ¿de verdad tienes ganas de solucionar ese problema que te trae loco, o simplemente es de nuevo ese director de orquesta que hace que te pongas a darle vueltas? 

Cultiva la capacidad de recogerte, de volver a ti antes de ofrecer una respuesta o emprender una acción, regala-te ese minuto de silencio interno sin más.

Volver a los sentidos, el preciado jardín  en la practica de mindfulness. Detenerse para hacer llegar el sonido hasta tus oídos, sentir la caricia en las yemas de tus dedos, saborear, olfatear...sin pretender más nada, simplemente pura presencia. 


" Meditar no siempre nos trae la respuesta esperada o la solución que queremos, sin embargo la practica de la atención plena ayuda a mantener el equilibrio entre interior-exterior"



Gracias por leer-me.



 










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